lunes, 28 de febrero de 2011

¿Democracia a las buenas?

“Humala era un peligro para la democracia”. Esta frase fue el principal escudo de Fernando Rospigliosi ante los muchos ataques que lo acusaban de planear algunas jugarretas junto con el gobierno estadounidense para frenar la en ese entonces fructífera carrera política de Ollanta Humala.

Fuente: RPP

La campaña electoral de las últimas semanas fue interrumpida por las multiples interpretaciones que tuvieron las pocas líneas halladas en el cable de Wikileaks –a los cuales ya les dedicamos algunas líneas algunas semanas antes–. A partir de la acusación de Humala en los medios –y de la obvia ultraconcentración de los medios en este caso– surgieron algunas preguntas respecto a cómo se estaba llevando el actual festín electoral ¿Deberían o no deberían ser los Wikileaks materia de discusión durante la campaña?

lunes, 21 de febrero de 2011

Entre goles y adioses

Desde hace ya bastante tiempo he estado buscando alguna excusa que me permita escribir algo sobre el fútbol. Un deporte que, aunque a nivel práctico paso por mucho la línea de la vergüenza –y lo digo sin la menor vergüenza–, ha despertado numerosas emociones que aún no me siento capaz de definir concretamente. Algo que resulta un tanto disparatado ya que, ¿qué más concreto que ver a un tipo sacarse a dos y anotar desde fuera del área?
En esta última semana han ocurrido dos hechos que le dan al fútbol esa necesaria cuota de realidad a la que, por momentos, no nos tiene acostumbrado. Curiosamente, hacen coincidir a un club y a un jugador que estuvieron relacionados en algún momento.

 Messi en el partido ante el Arsenal. Fuente: El País

miércoles, 9 de febrero de 2011

El fin de las charlas inconclusas

Fuente: www.pittsburghlive.com

Durante décadas o, quizá, siglos, uno de los más grandes animadores de charlas ha sido la amena y matemática labor de imaginar lo que sucede en las entrañas de las más altas esferas del poder político, ya sea del medio local o, por decirlo de algún modo, del mundo entero. Y, por intrincado que suene, esta labor va desde el “entonces, maestro, cómo cree que los gringos entran en este nuevo faenón”, que sale a flote durante el cansado viaje a casa en taxi de un domingo por la madrugada, hasta el simple “¿es que nos creen tan cojudos, hermano?”, que surge luego de unas cuantas cervezas.
En la actualidad, probablemente sea el gran país del norte, Estados Unidos, el que más genere esta clase de tertulias. Pero, más allá del grado de cálculo, del tono de voz de los participantes o de la cantidad de horas en cuestión, esta clase de charlas no iban más allá de la suposición, rozaban, en sumo caso, la línea del rumor.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Premisas universales

Durante las últimas jornadas, cualquier ciudadano con la sana costumbre de atender los acontecimientos tanto del mundo entero como los del vecindario se tiene que haber percatado de los últimos contrastes que, probablemente alineados gracias a una de esas jugarretas cósmicas, nos trae la realidad. Mientras que en Egipto –tierra de pirámides, faraones y producciones millonarias de Hollywood –se gesta una de las más grandes revoluciones sociales de los últimos tiempos, aquí, en Perú, nos hallamos, una vez más, frente a una de las clásicas y pintorescas campañas presidenciales.
La situación en Egipto en estos momentos –en estos precisísimos momentos, a decir verdad –responde a la negativa de un pueblo, tan heterogéneo antes de esta “toma de conciencia”, a vivir en condiciones draconianas de vida dictadas por el Gobierno. La rigidez del régimen egipcio, perfectamente ilustrada en su presidente, Hosni Mubarak, se muestra cada día más frágil ante las huelgas realizadas por los ciudadanos egipcios. El número de personas levantadas llega a tal cifra que dota de rasgos épicos cada emisión televisiva al respecto.

Protesta en Egipto. Fuente: rtve.es

Pero mientras eso sucede en la tierra del Nilo, a miles de kilómetro de distancia, en la tierra del pisco, los debates se centran no en la necesidad de cambiar a positivo el modo de vida de las personas –sintetizando de alguna manera el ideal político de ser mandatario de Estado –, sino en la importancia de no haber consumido jamás una substancia malconsiderada socialmente, como la marihuana o la cocaína o alguna otra.
Llega a sorprender, y no de manera grata en absoluto, la ineficacia de los pretendientes al poder político en relación a su modo de concebir al ciudadano peruano. O, maquiavélicamente hablando, sorprende quizá la manera en que intentan ellos, a través de su mero actuar, construir al ciudadano peruano.
¿Nos hallamos acaso en un país en donde tiene cabida ese lujo y  predisposición a perder el tiempo?
Imagen cortada de la versión web de El Comercio 02/02/11 2:40 p.m.

Es increíble ver cómo las campañas presidenciales de los últimos años –si es que mi inexperta memoria no falla –se convierten en meros espectáculos nacionales en donde se premian, no las razones, sino las corazonadas y los discursos altisonantes y emotivos. Y todo esto se relaciona a lo mencionado hace un instante ¿cómo es que nos configuran los aspirantes a la presidencia y sus asesores?
Una deducción saltante, más que una respuesta a esa pregunta, es la clásica de cada lamento con sabor a imposibilidad: la maldad inentendible  y las ansias de ampliar las ganancias económicas son los motivos de cada desgracia política programada por el destino.
Esta breve, poderosa y recalcitrante idea es, a simple vista, un primer paso a un profundo, concienzudo y más que fructífero análisis de nuestra realidad. Pero, también, y gracias a esa simplicidad en su concepción, a esa característica de premisa universal, es que nos ayuda a vincularnos con las personas en Egipto que, igual que nosotros, pero quizá un poco más molestas que nosotros, enfrentan en las calles a esa maquinaria autodenominada Poder.